La edad de oro

Acrílico sobre lienzo, 100x81 cm, 2023

Pasear por un mercado de viejo permite asomarse a un tiempo que ya fue. Revistas, libros, muebles, utensilios o juguetes son los restos de una época que el azar arrastró hasta nosotros, como vestigios de un naufragio que devuelve la marea.

 

En una de las paradas me llamaron la atención unas fotografías antiguas que amarilleaban a la venta. Eran retratos de personas anónimas sonriendo a la cámara y que, a modo de misiva, tenían dedicatorias escritas a mano en su reverso. Me sentí extraño leyendo aquellas palabras ajenas, pensadas para ser apreciadas en la intimidad, revelando secretos que por abandono, una mudanza descuidada o un fallecimiento habían acabado extraviándose y exponiéndose a la curiosidad de cualquiera. Hablamos de las primeras décadas del siglo pasado, en una era en la que la comunicación no era tan inmediata, ni la fotografía un arte vulgarizado a golpe de teléfono. En ese mundo perdido, instantáneas como aquellas eran testimonio de unas personas que vivieron, amaron y sufrieron como nosotros, seres cuyo recuerdo ya sólo persistía, como una leve patina, en desgastados trozos de papel.

 

Al llegar a casa me busqué en fotografías que cogían polvo en un cajón. Con frecuencia no somos conscientes del paso del tiempo en el espejo pero lo percibimos al toparnos con antiguos conocidos que no vemos en años, de igual modo que vemos reflejada en su mirada esa misma suerte de extrañeza. Somos los mismos y, a la vez, fuimos cambiando por completo a lo largo del camino.

 

Quizás la magia indiscutible de la fotografía sea la de atrapar un momento para siempre antes de que se desvanezca. Si gracias a un sortilegio pudiéramos regresar al pasado a través de una vieja instantánea, como aquellas que encontré en la parada del mercado, le susurraría al joven que miraba al objetivo que amara sin miedo, que aprendiera de los errores sin guardar rencor y viviera ese presente único como la edad de oro que es. La flecha del tiempo solo avanza hacia delante y, por mucho que nos empeñemos, nunca podremos detenerla.
 

Enlace en alta resolución: 

www.flickr.com/photos/santasusagna/53231273586

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