Hace un tiempo una famosa política conservadora arremetió contra las uniones homosexuales: “Hombre y mujer es una cosa, que es el matrimonio, y dos hombres o dos mujeres serán otra cosa distinta”. Los prejuicios también se proyectaban entonces sobre las adopciones o la fórmula del acogimiento. Así, aunque en España la legislación permite ya dichos trámites, no sucede así en la mayoría de países. Esa norma, como otras tantas, a menudo no resulta ser más que papel mojado.
Quizás la raíz del debate en realidad sea otra. Deberíamos preguntarnos si se prioriza el bienestar de los pequeños abandonados, como dicen, o unos prejuicios basados en el error. Personas buenas, honestas y capaces las hay en todas partes. Yo no sabría distinguirlas por el color de su piel, por su credo o por su orientación. Por ejemplo, ¿no podría un niño blanco ser cuidado con pleno amor en un hogar de gente de color? ¿O de otra religión? Acaso, ¿no podrían dos hombres, o dos mujeres, ser capaces de colmar de alegría y cariño a unos críos que de otra manera carecerían de futuro?
Más allá de las etiquetas, quizás encontremos un día la verdad, y realmente confío en ello. No creamos en los prejuicios, con sus altos muros, creamos en las personas que hay detrás. Por eso, esta obra va dedicada a aquellos que tanto habéis luchado por cambiar las cosas con vuestro ejemplo.
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