"He desafiado el dominio del aire,
Subido a los hombros del acantilado,
Cabalgando bajo el firmamento,
Hasta que el eco de la culpa
Solo me alcanzó
Con un remordimiento vano.
He atravesado valles insondables,
Al acecho de mis presas,
Elevándome sobre las agudas crestas
Donde reposaba en silencio
El sueño de las águilas
En oscuras nubes de tormenta.
Y ahora, en mi regreso, siento el peso
De la montura sobre la seca hojarasca,
Negro cadáver de primavera,
Que arrojan los árboles como ofrenda
A un soldado en retirada.
Crepita la bruma del atardecer
Entre los lindes familiares del bosque.
Y grito a los rostros de miradas perdidas
Que no hay tiempo de volver atrás,
Ni fuerzas para acometer semejante huida.
Todo permanece y nada perdura.
No hicimos un camino.
Es el camino quien nos hizo.
El viento helado alza el vuelo,
Girando en volutas melancólicas.
Ya es demasiado tarde, suspira.
El joven que marchó una vez
No ha de regresar jamás."
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