Quizás hayáis conocido hombres que no encuentran dónde enraizarse porque su vida está siempre en el camino. Son gente que respira inquieta, barruntando un nuevo viaje, embarcados en aventuras que les otorgan la libertad pero también les llevan a sufrir. Y cuando deciden asentarse y hallar un poco de reposo, una rutina al calor de un hogar, pronto entristecen y vuelven a mirar al horizonte por su ventana.
Esta pintura y estas palabras están dedicadas a todos ellos.
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